Algo de historia
Mucho antes de ser un paraíso turístico, Isla Mujeres fue un lugar sagrado para el pueblo maya. Su nombre tiene un origen profundamente espiritual: cuando los conquistadores españoles llegaron en 1517, encontraron numerosas figuras femeninas de barro y piedra. Eran ofrendas a Ixchel, diosa de la luna, la fertilidad, el amor y la medicina.
¿Quién era Ixchel?
- Fertilidad y nacimiento: Proveía protección durante el embarazo y el parto.
- Amor y sexualidad: Asociada al deseo y la unión conyugal.
- Medicina y sanación: Patrona de las curanderas y parteras.
- Tejedora del destino: Símbolo del trabajo femenino como el tejido.
- Destructora y protectora: También representaba las tormentas y enfermedades como parte del ciclo natural.
La Isla como santuario femenino
Conocida por los mayas como Ekab, la isla albergaba un templo en lo que hoy es Punta Sur. Hasta allí peregrinaban mujeres de toda la península para rendir culto a Ixchel, sobre todo antes del matrimonio o para pedir fertilidad. Estas visitas eran actos profundamente espirituales y comunitarios.
Las ofrendas halladas por los españoles eran restos de estos rituales: pequeñas figuras femeninas, amuletos y objetos ceremoniales, que dieron lugar al nombre con que bautizaron el lugar: Isla Mujeres.
Hoy, más allá de su belleza natural, la isla guarda el eco de una fe ancestral, donde lo femenino era celebrado como fuente de vida y sanación.
“Bajo la luna de Ixchel, cada mujer recordaba que la vida fluye desde el misterio, y que todo nacimiento es también un acto sagrado.”
El arte de tejer: un don de Ixchel
Además de ser diosa de la luna y la fertilidad, Ixchel era considerada la gran tejedora del universo. Según la tradición maya, fue ella quien enseñó a las mujeres a tejer en telar de cintura, una técnica ancestral que aún se conserva en comunidades indígenas de Mesoamérica.
El tejido no era visto solo como una labor doméstica, sino como un acto sagrado de creación. Así como Ixchel entrelazaba los hilos del destino, las mujeres tejían vida, memoria y símbolos en cada prenda. Por eso, el arte de tejer estaba íntimamente vinculado con lo femenino, lo cíclico y lo divino.
Les dejamos un cuento infaltil, un cuento corto sobre Ixchel