Introducción

Su Santidad León XIV nos exhorta en Dilexi te a mirar la pobreza no como un “problema” que se resuelve desde afuera, sino como un lugar de comunión donde Cristo mismo sale a nuestro encuentro y rehace nuestras relaciones. Mi propósito aquí es acoger y hacer cercano ese llamado del Santo Padre, para que lo recemos y lo traduzcamos en decisiones concretas.

El Papa nos invita a dar un paso decisivo: pasar del “yo doy” al “nos encontramos y caminamos juntos”. Cuando esto sucede, nacen vínculos nuevos, cambian las prioridades y se reordena la vida comunitaria: mesas compartidas, redes de ayuda mutua, participación real de quienes sufren, transparencia en el uso de recursos y puentes con instituciones públicas y privadas para proteger a los más frágiles. Así, la misericordia deja de ser intermitente y se vuelve estable, fecunda y transformadora.

1. Encuentro que dignifica (Hch 4,32.34).
2. Comunidad que organiza la misericordia con orden y transparencia.
3. Participación real de los pobres como sujetos (escucha y corresponsabilidad).
4. Puentes públicos: bien común y subsidiaridad en acción (familia–asociaciones–municipio–Estado).
5. Conversión de hábitos: consumo, contratos y finanzas al servicio de la justicia.

El punto de partida

Siguiendo la exhortación de Su Santidad León XIV, contemplamos la pobreza con los ojos del Evangelio. No es un expediente social que resolver desde arriba, sino un ámbito de encuentro que nos configura como discípulos. La comunidad cristiana aprende a hacer lugar: mesa compartida, escucha real y participación efectiva.

«Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40).

«Los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma… no había entre ellos ningún necesitado» (Hch 4,32.34).

Ecos de Dilexi te

El Papa subraya que la cercanía a los pobres no infantiliza ni objetualiza: dignifica. La misericordia, gratuita y sin cálculos, rompe la lógica del intercambio y pide comunidades que organicen la caridad con orden y transparencia. Aquí solo intento traer y poner a mano su mensaje, para que cada uno lo encarne en su realidad.

«No estamos en el horizonte de la beneficencia, sino de la Revelación; el contacto con quien no tiene poder ni grandeza es un modo fundamental de encuentro con el Señor de la historia. En los pobres Él sigue teniendo algo que decirnos.» — Dilexi te, n. 5 (extracto).

«Estoy convencido de que la opción preferencial por los pobres genera una renovación extraordinaria.» — Dilexi te, n. 7 (extracto).

Puente con la Doctrina Social de la Iglesia

• Destino universal de los bienes. Lo que poseemos está ordenado al bien de todos; por eso, la vida comunitaria debe asegurar que nadie quede excluido de lo necesario.
• Bien común y subsidiaridad. La fraternidad se aprende y se tutela en niveles múltiples: familia, asociaciones, parroquias, cooperativas, empresas y Estado. La subsidiaridad fortalece lo cercano; el Estado acompaña y corrige cuando faltan mediaciones.
• Justicia social y participación. Los pobres no son objeto pasivo, sino sujeto con voz y voto. La organización de la caridad implica escuchar, corresponsabilizar y rendir cuentas.

Voces del pasado

«El pan que guardas pertenece al hambriento; el abrigo que mantienes en tu armario pertenece al desnudo; el dinero que entierras es del necesitado.» — San Basilio Magno (cf. Hch 4,32–35), Homilía sobre la avaricia.

«No compartir con los pobres lo que posees es robarles y privarles de la vida; no son tuyos los bienes que tienes, sino de ellos.» — San Juan Crisóstomo (cf. Mt 25,40), Homilías sobre Lázaro.

«El superfluo de los ricos es la necesidad de los pobres; quien retiene lo superfluo, posee lo ajeno.» — San Agustín (cf. St 2,17).

Sintonía con Rerum Novarum y Fratelli tutti

Rerum Novarum reclama instituciones que protejan al trabajador, a la familia y a los cuerpos intermedios, y recuerda que la propiedad tiene función social. Fratelli tutti propone una amistad social que teje vínculos estables y un amor político que se convierte en políticas públicas para los últimos. Ambas perspectivas potencian el paso de la ayuda individual a la comunión organizada.

«La fe sin obras está muerta» (St 2,17).

Pasos concretos (de la ayuda a la comunión)

• Escucha y presencia. Establecer tiempos regulares de visita; aprender nombres e historias; evitar el “solucionismo” rápido.
• Mesa compartida. Comidas comunitarias donde cada persona aporta lo que puede; un equipo que coordine necesidades y recursos con transparencia.
• Trabajo y redes. Bolsas de empleo barriales, cooperativas de ahorro y crédito, microcréditos solidarios con acompañamiento formativo.
• Participación real. Consejos consultivos con personas en situación de pobreza para diseñar y evaluar proyectos; transparencia y rendición de cuentas.
• Puentes públicos. Incidir para marcos justos en vivienda, salud y trabajo; articular parroquia–asociaciones–municipio–empresas.
• Conversión de hábitos. Revisar consumo, contratos, proveedores y finanzas; preferir comercio justo y banca ética cuando sea posible.

Para llevar (ideas fuerza)

• De la ayuda que asiste a la comunión que dignifica y hace sujetos.
• La caridad necesita organización y participación real de los pobres.
• Destino universal de los bienes, bien común y subsidiaridad son pilares prácticos.

Oración breve

Señor Jesús, enséñanos a encontrarte donde menos te esperamos. Haznos pobres de espíritu para aprender a compartir, organizar y servir; que nadie quede fuera de la mesa. Amén.

Carlos Enrique Loría Beeche, hijo de Guido, hijo de Arturo, hijos de Dios

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Continuará: Próximo capítulo — Caridad política: justicia social que nace del Evangelio.
Lee el primer post de la serie aquí: El amor que se inclina: corazón de la Doctrina Social

El amor que se inclina: corazón de la Doctrina Social

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Fuentes: